A esta altura sería bueno preguntarle al máximo responsable de nuestro fútbol, el presidente de la AFA, Julio Grondona, si realmente "todo pasa", como él dice.
Lo cierto es que la escalada de violencia crece y a los incidentes en Independiente, cuyos barras se rehúsan a abandonar las prácticas que tienen en el club, a las amenazas a jugadores de Racing e Instituto de Córdoba en la B, por parte de su hinchada, le sumamos este trágico episodio.
La pelota sigue rodando empapada en sangre pero a nadie parece importarle. La decadencia, mediocridad e indiferencia de nuestros dirigentes nos trasladan en el tiempo a la época del Coliseo Romano, donde la muerte pareciera ser parte del espectáculo.
