A veces lo incorrecto es solo lo correcto disfrazado de culpa. Esa frase, como un suspiro a mitad de la noche, nos recuerda que no siempre las decisiones nacen de la moral sino de la urgencia. Hay acciones que socialmente se condenan, pero que individualmente responden a una necesidad vital. ¿Dónde termina el error y empieza la supervivencia?
En la vorágine diaria —la presión laboral, las tensiones familiares, las injusticias del sistema— a veces elegimos lo que nos sostiene, no lo que encaja en el manual. Y esa culpa que cargamos no es más que el disfraz que otros ponen sobre nuestras necesidades. Lo “incorrecto” no siempre es un desvío; a veces, es