En un acontecimiento que sacudió la tranquilidad de la mañana, un paredón ubicado en la intersección de las calles 41 y 11 se vino abajo, causando no solo una nube de polvo y nerviosismo, sino también dejando tras de sí una escena de destrucción. Varios automóviles que se encontraban estacionados en las inmediaciones sufrieron importantes destrozos debido al impacto del derrumbe.
En un giro afortunado y casi providencial, dos trabajadores de la limpieza urbana se convirtieron en los protagonistas inesperados de una historia de supervivencia. Los barrenderos, que se encontraban en plena jornada laboral, se dirigieron a dejar unas bolsas en la esquina justo momentos antes del colapso. Por una cuestión de segundos y con un golpe de suerte, lograron salvarse de estar en el lugar preciso del derrumbe.
Por fortuna no hubo que lamentar heridos, solo daños materiales. "Menos mal que no pasaba nadie ni tampoco ningún animalito caminando por la vereda", expresaron vecinos del lugar.
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