
Un suelo ocupado, regado con sangre inocente de sus verdaderos dueños, no podía ser el lugar donde el seleccionado argentino legitime desde el futbol un genocidio.
Para los israelíes es un acto de terrorismo jugar al fútbol y lo demostró bombardeando a niños palestinos que jugaban a la pelota en una playa. Memoria.
Orgullo de argentinos es informar que por la presión política o por lo que sea Argentina no jugará al fútbol en el Estado asesino de Israel. Esta vez la pelota de Messi y compañía, no se mancha.