En el día de hoy, siendo las 18 horas, compañeros de la Juventud Guevarista que repartían volantes de convocatoria a la presentación del libro “¿Por qué el Che fue a Bolivia?” en la Terminal de ómnibus de La Plata, fueron agredidos por personal de la Guardia Municipal que opera en dicho edificio.
Frente a cientos de pasajeros y personal policial como testigos, tres miembros del personal de seguridad del municipio, amenazaron a dos compañeras e intentaron golpear a un compañero con el supuesto fin de impedir que los militantes repartieran volantes en las plataformas. Además de arrojar golpes que el compañero pudo esquivar, y de amarrarlo entre tres patovicas, los materiales fueron arrojados al piso y luego retenidos por los agentes.
Vale mencionar que los oficiales de policía presentes en el lugar, no solo no hicieron nada al respecto, no intervinieron ni pidieron explicaciones a la patota que responde al intendente Pablo Bruera, sino que incluso respaldaron y protegieron el accionar de los agresores. La connivencia entre la gente del intendente y la policía tampoco es nueva. Basta relatar que el matón más violento se colocó la capucha del camperón que dice “seguridad municipal” y se puso lentes de sol (aunque no hubiera sol ni mucha claridad dentro de la terminal) antes de salir de la garita de seguridad que está sobre la plataforma a arrojar los golpes de puño. Así, camuflado se retiró del edificio corriendo, pasando por
las narices de la pareja de agentes de la bonaerense que pasado el episodio, dijeron al compañero agredido: “viste, te dijimos que esto iba a pasar. Por qué no te fuiste afuera”.
Esta práctica es sistemática en La Plata y una vez más es, tristemente, puesta en práctica a un año de la inundación de la ciudad que sacara a la luz todas las miserias de un sistema corrupto y patoteril, dando muestras de que nada ha cambiado en la forma de operar del bruerismo.
La denuncia pertinente fue realizada en la fiscalía de turno. Esperamos que se haga justicia, pero aún así difundimos este comunicado para que este nuevo accionar patoteril del bruerismo tome estado público y quede asentado como ejemplo de una práctica que debemos condenar y abolir como sociedad.
