Droga, inseguridad, inflación, usurpaciones: ¿Adónde va la Argentina?

Preocupa al ciudadano común como crece la droga en los barrios, como crece la inseguridad, como aumentan los precios y en estos últimos meses en La Plata y Gran La Plata se vienen dando una creciente ola de usurpaciones que sumado todo esto al incremento del accionar de los "quemacoches" pareciera que en Argentina se estuviera instalando la anarquía.

¿Hay políticos que defienden la droga, las usurpaciones y hace la vista gorda al delito?

Nuestra clase dirigente sigue haciendo gala de una capacidad extraordinaria para hacer enervar al ciudadano de a pie. La droga es en el 80% de los casos responsable directa de la violencia y las muertes en las calles. Sin embargo, algunos políticos defienden "alegremente" algunos consumos siendo un mensaje muy peligroso para quienes tienen la responsabilidad de conducir un país. ¿O acaso quieren una juventud limada e hipotecada para poder manejarla con más facilidad?

A esta altura los ciudadanos tenemos que preguntarnos: ¿hay políticos que se drogan? ¿cómo se explica el crecimiento exponencial de los narcos en la Argentina sin una complicidad política? ¿por qué la clase dirigente no habla de las reales necesidades que enfrentan los argentinos: inflación, inseguridad, droga, quemacoches, usurpaciones?

Alguna vez contamos desde este humilde medio el grave error que cometió el gobierno al dejar sola
a Córdoba en los saqueos. Pocos días más tarde, la situación se repitió por espejo a lo largo y ancho del país. Hay un antes y un después en provincias como Tucumán, Córdoba y Entre Ríos
por las muertes producidas en los saqueos de 2013. No hace falta ser Clarín para darse cuenta que estamos mal pero vamos peor. Porque cuando se ningunea la realidad, esta crece de forma tal que se vuelve un cóctel explosivo.

Hoy en Argentina faltan medicamentos, insumos en los hospitales y crece la especulación. Si no se blanquea esta problemática y se sigue apostando a la anarquía podemos llegar a que cuando se necesite ejercer el poder y la autoridad sea muy tarde. En la Argentina, lamentablemente, los cambios llegan después de que corrió sangre. Ojalá este no sea el caso, porque a ningún argentino bien parido le conviene un estallido.