*Por Javier Garín
Como abogado de los vecinos de Andalgalá, Catamarca, que se oponen a la Megamina de Agua Rica, recojo la invitación formulada por la señora Presidenta de debatir la cuestión minera. La oportunidad es propicia, ya que se cumplen dos años de la feroz represión que sufrió la gente de Andalgalá por orden del gobernador radical Brizuela del Moral, y ahora se teme que -pese a haber cambiado las autoridades provinciales- vuelva a producirse otra. Aclaro mi condición de militante kirchnerista a fin de que no se me sospeche de intencionalidades aviesas o animosidad contra la actual gobernadora.
Para debatir con seriedad, conviene dejar a un lado deformaciones -intencionadas o no- que circulan en la discusión pública, disipando falsos dilemas.
1) NADIE SE OPONE A LA MINERIA SINO A LA MEGAMINERIA DEPREDATORIA
Los pueblos cordilleranos no estan en lucha debido a una "irracional oposición a la minería y al desarrollo", como piensan algunos, o a la "interferencia de agitadores foráneos" sino por motivos legítimos y serios. Muchos de estos pueblos, como Andalgalá, tienen una tradición minera secular, y a nadie se le ocurre que haya que abolir la minería en general, como a nadie se le ocurre que se deba dejar de cultivar los campos, actividades económicas básicas. Por tanto, quédense tranquilos los mineros de Olavarría o de Río Turbio: la cosa no va contra ellos.
La oposición es a la MEGAMINERÍA A CIELO ABIERTO DE ALTO IMPACTO EN CERCANIAS DE LAS CIUDADES O DE SUS FUENTES DE AGUA, que llevan adelante las multinacionales aplicando metodologías restringidas en sus países de origen, y que amenazan con desertificar y destruir el entorno donde estos pueblos se asientan desde antiguo.
Andalgalá es una ciudad de 20.000 habitantes ubicada en el oeste catamarqueño, segunda en importancia luego de San Fernando. Los pobladores viven de actividades tradicionales de agricultura, minería, comercio, turismo, administración. La vida es tranquila y el entorno hermoso, ya que se encuentra ubicada al pie del Nevado del Aconquija, declarado santuario natural por la carta orgánica municipal. Justamente en el Nevado, a sólo 17 km de la ciudad y a 3200 metros de altitud, se intentó establecer una megamina -Agua Rica- cuyas dimensiones se estiman en tres veces las de Bajo La Alumbrera, y su vida útil en 24 años. Este megaemprendimiento, proyectado por una multinacional al amparo de la legislación sancionada por el menemismo -que permite que se lleven al extranjero las riquezas obtenidas con muy poco beneficio proporcional para el erario-, fue evaluado por un equipo interdisciplinario de la Universidad Nacional del Tucumán (la cual, dicho sea de paso, es claramente prominera y no está manejada por "locos ambientalistas"), y resultó que tenía serios inconvenientes para el medio ambiente y la salud de los andalgalenses. Por la ubicación de la mina y su escombrera en las nacientes del río Andalgalá, en zona de inestabilidad geológica, se determinó que había posibilidades ciertas de contaminación de las aguas superficiales y subterráneas con residuos tóxicos, contaminación crítica de la atmósfera por la suspensión de partículas producto de las detonaciones masivas, contaminación visual del paisaje, contaminación auditiva y vibraciones, y peor aún, riesgo de avalanchas y desplazamientos masivos de material sobre la ciudad que podía quedar tapada de barro y piedras (como de hecho ha ocurrido en varios lugares del mundo). El minero de Olavarría puede ridiculizar el reclamo de los andalgalenses porque no es él quien corre el riesgo de perder su casa, sus propiedades, su salud y su trabajo a causa de un emprendimiento tan peligroso y tan mal ubicado.
Incluso se llegó a proyectar, en el delirio de los megaemprendimientos, la explotación de un yacimiento conocido como Pilciao 16, el cual se encuentra situado ... ¡en el subsuelo mismo de la ciudad del Andalgalá! ¿Cómo se haría? Echando a los habitantes y pagándoles una misérrima indemnización. Oponerse a esto es para algunos oponerse al "progreso", sobre todo porque no son ellos quienes lo sufren.
La megaminería se basa en la búsqueda de partículas minerales dispersas en grandes masas montañosas y no en vetas o yacimientos concentrados. Para ello las multinacionales desarrollaron un procedimiento consistente en la voladura y triturado de cerros enteros, detonando toneladas de explosivos por día. Los restos se someten a una "sopa tóxica" para separar los metales, la cual insume millones de litros de agua diarios y requiere la aplicación de productos químicos altamente venenosos. En zonas de fallas geológicas como la de Agua Rica hay riesgos de filtraciones al subsuelo. El agua requerida se extraería de las reservas acuíferas que tienen más de diez mil años de antigüedad y que son el reaseguro futuro de las poblaciones de la zona, la cual se caracteriza por su extrema aridez. Las partículas en suspensión en el aire pueden producir cáncer y otras enfermedades respiratorias. Cuando termina sus actividades, la multinacional se retira y deja tierra arrasada. Todo para extraer un metal de valor convencional y suntuario cuyo utilidad industrial es ínfima y cuyas ganacias aprovechan los países de origen. El Parlamento Europeo recomendó prohibir este tipo de megaminería en 2010. Pero los andalgalenses deben ser silenciados porque se oponen al "progreso". ¿Al progreso de quién?
2) PODEMOS DESARROLLARNOS SIN DESTRUIR EL ENTORNO
Otro falso dilema consiste en contraponer el desarrollo al cuidado del medio ambiente. Esto se origina en la experiencia histórica de Europa y Estados Unidos, que llevaron adelante sus procesos de industrialización y desarrollo capitalista, en los tres últimos siglos, con un gran costo ambiental, deteriorando sus riquezas naturales de manera calamitosa. América del Sur -el continente de Naturaleza más rica y biodiversa del mundo- ha comenzado un proceso de desarrollo altamente positivo para sus pueblos, y tiene la ventaja de poder llevarlo adelante aprendiendo de los errores ajenos para no repetirlos. Tenemos la oportunidad histórica de desarrollarnos sin destruir nuestros magníficos bienes naturales. El desarrollo al que pueden y deben aspirar nuestros pueblos implica la utilización de esos bienes naturales de manera racional y sustentable, sin arrasarlos ni "matar a la gallina de los huevos de oro", entendiéndolos como un patrimonio que debe ser administrado pensando tambien en las generaciones futuras, para que no se encuentran a su tiempo con un continente devastado. Esto se puede hacer si nuestros pueblos dejan de pensar el desarrollo como una imitación servil de los paradigmas agotados del Primer Mundo. El neodesarrollismo actualmente en boga contiene resabios de pensamiento colonizado que deben ser reexaminados y rediscutidos, ya que no sólo los gobiernos son "gobiernos en disputa", sino tambien lo son los modelos de desarrollo.
Apoyo fervientemente a los gobiernos populares de América Latina, que obtuvieron grandes logros en muchos terrenos, pero debo advertir que a lo largo de todo el continente asistí al mismo falso conflicto entre desarrollo y protección ambiental. Aún no se comprende muy bien que podemos desarrollarnos sin destruir la Amazonia, sin arrasar las montañas y sin pudrir los ríos, mediante planificación estratégica y racional, intervención y regulación gubernamental que ponga límites a la codicia y al "viva la pepa" de la mal llamada "libertad de mercados". Ya lo había previsto ese gran visionario que fue Perón, que hace cuarenta años llamaba a proteger los tesoros naturales de América Latina ante la codicia expoliadora. Perón estaba muy preocupado por la sobreexplotación de los recursos a nivel mundial y sostenía que la Humanidad por ese camino no podría transitar mucho tiempo, algo que muchos que se dicen peronistas desconocen.
3) EL AMBIENTE SANO Y EQUILIBRADO ES UN DERECHO HUMANO FUNDAMENTAL
Una de las razones de apoyo al kirchnerismo consiste en su política de derechos humanos. Por eso son de esperar del gobierno políticas ambientales más protectoras, sobre todo en materia de megaminería y expansión incontrolada de la frontera agrícola a causa de la sojización. El derecho a un ambiente sano y equilibrado es tambien un derecho humano fundamental, uno de los llamados "derechos de tercera generación", que se encuentra reconocido en el art. 41 de la Constitución nacional y en instrumentos internacionales. Creo y espero que el Gobierno defenderá tambien este derecho humano sin dejarlo librado a las malas políticas y las necesidades de corto plazo de los gobiernos provinciales.
Los pueblos tiene derecho a desarrollarse y tambien a que este desarrollo sea "sustentable", es decir, respetuoso del medio ambiente, al que deben preservar y no deteriorar innecesaria o irracionalmente. Ya lo decía Néstor Kirchner en Gualeguaychú, durante el conflicto por las papeleras: "TENEMOS QUE DEFENDER NUESTRAS COSAS, NUESTRA GENTE, NUESTRA TIERRA. TENEMOS QUE ABRAZARNOS A NUESTRA BANDERA Y AMAR A LA TIERRA PARA PODER CONSTRUIR LA SOCIEDAD QUE NOS MERECEMOS (...) LOS PRIMEROS QUE DEBEN DAR EL EJEMPLO SON EL PRESIDENTE, LOS FUNCIONARIOS, LOS GOBERNADORES Y LOS INTENDENTES"
4) NO HAY QUE REGALAR LA BANDERA AMBIENTAL A LOS OPORTUNISTAS
Aún frente a los reclamos más legítimos aparecen inevitablemente los opositores oportunistas y los medios monopólicos que, con su hipocresía, pretenden sacar provecho. Pero ello no descalifica per se al reclamo. Es muy tonto atribuirlo todo a la malicia de un multimedios, al extremo de justificar la represión y burlarse de los pueblos cordilleranos. Actuar así, tan neciamente, es ponerse en el preciso lugar donde la oposición quiere que esté el oficialismo, para pegarle mejor. ¿Cómo es que hay algunos compañeros que no lo comprenden? ¿No ven que lo que más ha irritado y descolocado a los opositores fue la capacidad de Néstor y Cristina de estar siempre en sintonía con la gente y no reprimir nunca? Y si alguna política ha sido equivocada, el revisarla no es signo de debilidad sino de inteligencia.
La defensa del medio ambiente no es sólo algo políticamente conveniente. Sobre todo, es un acto de racionalidad previsora a largo plazo y de justicia con los pueblos cordilleranos.
*Abogado, escritor, autor del Manual Popular de Derechos Humanos y representante de Andalgalá en el amparo ambiental contra Agua Rica