En La Plata volvió el "que se vayan todos"

Tras otro cachetazo de jueces y políticos que no entienden la dimensión y el impacto de la catástrofe del 2 de abril en la ciudad de La Plata la gente reavivó las asambleas populares.

El fantasma del 2001

La crisis económica, la inflación, la inseguridad, la corrupción y un Estado provincial que continúa negando la verdadera cantidad de muertos por el temporal -en la que habría también niños- está creando un ambiente espeso y potencialmente peligroso en nuestra ciudadanía. Lo vivimos a diario, la gente no le agrada que entrevistemos a políticos y cuando se le habla de jueces ya se piensa en encubrimiento, o sea, en este momento decir politico es decir corrupto y decir juez o fiscal es hablar de gente que responde al sciolismo en una actitud encubridora y corporativa.

Daniel Scioli, monumento en vida a la negación

Seguramente Jorge Lanata no va a criticar al gobernador Scioli, para él la corrupción y las mentiras vienen de un solo lado. Pero la sociedad platense se siente, una vez más, burlada ya que el deportista devenido en político menemista, no solo niega sistemáticamente la dimensión de la catástrofe si no que continúa cubriendo las calles de La Plata con pancartas de "político en campaña" cuando la ciudadanía todavía está inmersa en un shock y en un dolor histórico. Pareciera que nuestros políticos están tan lejos de la gente que ni siquiera escuchan el clamor popular: saber la verdad de lo que pasó y por qué pasó.

Va a ser muy difícil reconciliar a la sociedad con esta clase de dirigentes. La voz de los vecinos dice "no sólo hay que reformar la Justicia para que jueces soberbios nos digan - cual semidioses inmaculados- que nunca se sabrá la cantidad de fallecidos, si no que también varios políticos de altísimas responsabilidades provinciales tendrían que ser juzgados por incumplimiento de los deberes de funcionario público ya que las obras pactadas y aprobadas para el saneo de arroyos, entre otras, no fueron ejecutadas y sin embargo se siguen gastando onerosas sumas en el aparato propagandístico de una gestión cuya base no son obras si no puestas en escena.

Si en vez de gastar esas millonarias sumas en publicidad se hubiesen destinado esos fondos a los saneos de arroyos que estaban aprobados y a obras de infraestructura ¿cuántas vidas se hubiesen salvado?

La corporación se autoprotege

Es vox populi que la investigación por el temporal fue manejada en promera insatancia por el aparato judicial que responde a Scioli y el único juez , mediático o no, que no era adicto a la corporación política fue sistemáticamente entorpecido su accionar por ser "inconveniente" al poder de turno.

Ahora, a partir de esta tragedia histórica, ¿nadie va a renunciar? ¿nadie se hace cargo de las mentiras que expresaron los funcionarios provinciales por los medios afines por cuestiones económicas al ejecutivo bonaerense?

En vez de seguir colocando cartelitos del gobernador y alimentar el aparato mediático, ¿por qué no empiezan por realizar las obras de infraestructura que impidan que esto vuelva a ocurrir?

El poder de las redes sociales



Les será muy difícil revertir esta vuelta del pueblo a las asambleas y al que se vayan todos. Las redes sociales están cobrando mucha fuerza por estos tiempos y en estos momentos instalar una verdad única desde un medio es casi imposible. La gente está dejando de consumir los medios tradicionales por los cuales se informaban nuestros viejos y la interacción de las personas compartiendo videos, fotos y testimonios a través de la web está volteando la endeble pared de la mentira de políticos que se quedaron en los ´90. A nuestos muertos se los llevó la corriente, a los políticos y jueces mentirosos y cómplices de esta puesta en escena se los están llevando puestos Twitter, Facebook, Youtube; pequeños espacios de poder donde el ciudadano común demuestra con hechos que la realidad no se tapa pagándole a un diario o a una radio para que solo difunda lo que el poder quiere instalar como la única verdad y en realidad la verdad es la primera expresión de libertad de un pueblo y no tiene dueño.