NUESTROS HIJOS ESTÁN EN PELIGRO…en la sede deportiva del Club UNIVERSITARIO de Gonnet
El día martes 21 de mayo cerca de las 18hs., mis dos hijas Dolores y Pilar Tamarit y una amiguita, de 14 y 12 años, estando cerrada la puerta trasera que debía estar abierta y prefiriendo no dar toda la vuelta por mis consejos en cuanto a la inseguridad vial y la premura por no llegar tarde al entrenamiento habitual de hockey de 6ª y 7ª división, ingresaron al Club por donde pudieron.
En ese momento, el administrador del Club RODOLFO ERBICELLA procede a ECHARLAS del predio luego de amedrentarlas con medidas disciplinarias que ellas no comprendían, de quitarles el carnet ‘por averiguación de antecedentes’ (de la misma forma que lo hacían temerariamente los milicos con el DNI a cualquier ciudadano considerado sospechoso en plena dictadura militar) y de impedirles entrenar y amenazarlas con no dejarlas jugar el fin de semana; y con el conocimiento de la secretaria del Club ‘empujaron’ simbólicamente a mis hijas y su amiga hasta la puerta principal, y se cercioraron de que quedaran en la calle.
Una vez allí, mis hijas y su amiguita, desconcertadas, angustiadas, atemorizadas, sintiéndose avergonzadas y culpables sin saber muy bien de qué, en soledad y plena oscuridad, optaron una por esperar por largo rato un colectivo que la alcanzara a su casa, y otras a llamar a un remis que pudiera transportarlas.
Más de dos horas después, reciben en casa el llamado de la misma secretaria, ‘preocupada’ por si habían llegado a salvo, la que les ofrece un teléfono para que yo al llegar me comunicara con el tal Rodolfo; llamado que realizó mi hijo mayor Bruno Ciafardo, jugador de rugby y socio del Club desde hace 14 años, en el que recibe por parte de Erbicella la propuesta de ‘arreglar la situación entre nosotros’, y de esa manera él nos haría el ‘favor’ de no elevar una solicitud de sanción a las niñas al Tribunal de disciplina y ética (¿?) del Club…
El resto de los episodios se sucedieron en torno a la indignación profunda de los padres de la amiguita de mis hijas y mía, cuando nos dirigimos al Club a pedir explicaciones de lo sucedido, y nos encontramos que esta persona misteriosamente desapareció, que nadie sabía ni podía hacerse cargo de lo sucedido; y recién dos días después, el jueves 23 por la tarde, y ante nuestra exigencia imperiosa de que alguna autoridad de la cara, el propio presidente del Club, ALBERTO E. DARHANPE (ex concejal variopinto del municipio y ex titular del Consejo Escolar Platense), nos dice con profundo desentendimiento y displicencia que el sólo va a escuchar ‘nuestra versión de los hechos’ y luego pedirá a Erbicella que haga su descargo, como se hace ante cualquier incidente laboral, y que hasta ese momento, nada podía hacer, ya que al parecer las chicas habían tenido una conducta incorrecta al ingresar por un agujero en el alambrado
Como madre de dos niñas y un joven que aman el deporte y, hasta estos últimos acontecimientos, hondamente apasionados por su camiseta y su club, creo que es mi obligación alertar a la comunidad en cuanto a los RIESGOS que están corriendo nuestros hijos cuando los dejamos confiadamente a cargo de gente (y los involucro a todos, al menos hasta no tener alguna respuesta satisfactoria sobre el hecho): entrenadores, personal administrativo, de vigilancia, y obviamente sus autoridades; que no tienen la menor consideración de la responsabilidad que le cabe a un Club frente a sus asociados, máxime cuando se trata de menores, claramente más vulnerables ante determinadas violencias institucionales y abuso de autoridad; y esgrimen, desde las palabras de su máximo representante y por ende, responsable, que lo que deben proteger son las instalaciones antes que a las personas: así equiparó DARHANPE y su secretario Rodolfo Carrizo, la conducta de las niñas con ‘chicos que no cuidan, rompen elementos o ensucian paredes’; lo que para este Sr parece justificar el maltrato abusivo y contrario a cualquier estatuto o código ético que un digno y verdadero Club debe sostener.
Más allá del hondo desprecio personal que me merecen estas indolentes actitudes, siento el compromiso de efectuar un llamado de atención y de alerta a las familias que incautamente suponen que el personal y los dirigentes de un Club deportivo como el Club Universitario, con una extensa tradición en las actividades que ofrece a miles de niños y jóvenes desde hace ya casi 100 años, están a la altura de ofrecer; para intentar evitar situaciones que podamos lamentar mucho más de lo que, en nuestro caso, y sólo por fortuna, no fue más que un enorme malestar y un profundo y desagradable disgusto.
Analía E. Bertolotto
DNI 14.845.753
