Se puede mirar, pero no ver. Se puede oír, pero no escuchar. Sin embargo, la calle que a veces parece una coreografía sin fin, da señales y algunas muy hermosas.
Imperceptibles para el que va apurado encerrado en su mundo. Este mediodía, unos camioneros descargaban botellas y productos en un kiosco. Terminado el trabajo, se disponían a arrancar con su vehículo. En ese momento, pasó un carro de cartoneros, con un papá y su hijo.
"Rápidamente los camioneros los interceptaron y para sorpresa vi como todos ellos se fueron a la caja
del inmenso camión y empezaron a acercar cartones de todo tipo, para dárselo a los recicladores", contó un vecino que fue testigo de la situación.Evidentemente, mientras alguien pueda ponerse en el lugar del otro, la sociedad se puede salvar. Se llama empatía.
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