Las actividades científicas en la base se concentran en el Laboratorio Antártico Multidisciplinario San Martín (LASAN). Esta estación depende de la Dirección Nacional del Antártico (DNA) y del Instituto Antártico Argentino (IAA). Se trata de un lugar estratégico para el país. Allí se realizan investigaciones sobre el espesor de la capa de ozono, la ocurrencia de fenómenos solares y el monitoreo de sismos producidos en cualquier lugar del mundo, entre otros temas de interés científico.
El sueño de Ezequiel de conocer el continente blanco comenzó a inicios de 2018 cuando un amigo de la carrera le contó de la posibilidad de postularse a una vacante de la Dirección Nacional Antártica. Uno de los requisitos era rendir un examen técnico sobre conocimientos de electrónica general. Se anotó pero no quedó entre los seleccionados. Decidió intentarlo al año siguiente y finalmente quedó entre los elegidos para formar parte de la Campaña Antártica 2020.
Previo al viaje, el estudiante tuvo que atravesar por entrevistas psicológicas y exámenes físicos. Luego realizó una capacitación sobre el instrumental que se utiliza en la Antártida, las características de las bases y acerca de las disciplinas con las cuales se trabaja, como Ciencias de la Tierra, Ciencias de la Atmósfera y Biología.
Esta experiencia inolvidable para Ezequiel, de 26 años de edad y nacido en Bariloche, comenzó el 14 de febrero del año pasado. Ese día se subió a un avión Hércules desde el aeropuerto El Palomar con destino a Ushuaia, para después embarcarse en el rompehielos ARA “Almirante Irízar” y llegar a la Base San Martín el 19 de febrero.
El joven compartió su estadía en la estación junto a militares y civiles. Una parte del equipo se encargó de la logística y mantenimiento de la base, otros integrantes de realizar las observaciones meteorológicas, mientras que él junto al técnico electromecánico Nahuel Solís estuvieron a cargo del equipamiento del laboratorio.
“Nuestra labor diaria es chequear que los instrumentos funcionen correctamente y repararlos si es necesario. Estar atentos a que tanto el clima como el desgaste propio de los dispositivos no entorpezcan las investigaciones. Nuestra misión es que todos los proyectos puedan desarrollarse bajo las mejores condiciones posibles”, detalló el estudiante.
La Base San Martín está en actividad desde el año 1951. En ese espacio se realizan estudios vinculados a las Ciencias de la Atmósfera. Por un lado, se monitorea constantemente la capa de ozono. Debido a que la estación se encuentra dentro del círculo polar es uno de los lugares del planeta donde se puede determinar la mayor variación de su espesor. Este registro es importante porque la capa de ozono permite filtrar los rayos ultravioletas que son perjudiciales para la vida en la Tierra.
En el laboratorio también se recolectan datos para el estudio de la ionosfera y el campo magnético terrestre. Gracias a esta información se puede estudiar la climatología espacial, que es la encargada de monitorear y dar alerta sobre fenómenos solares. Estos fenómenos pueden afectar, en casos leves, a las comunicaciones y a los sistemas de posicionamiento. En casos de mayor magnitud, pueden provocar desde fallas en dispositivos electrónicos hasta exponer a los satélites o pasajeros de vuelos polares y astronautas a la radiación ultravioleta.
Ezequiel señaló que “la disciplina Ciencias de la Tierra también tiene dos pilares fundamentales en el laboratorio. Uno es el registro milimétrico de los movimientos en un punto geodésico específico, mediante un receptor GNSS de alta precisión, que actúa en conjunto con varios satélites. Esto permite determinar una posición geográfica exacta y cómo ésta varía año a año. La otra rama es la sismología, para la cual se utiliza un instrumento que detecta las vibraciones del suelo y permite medir desde los desprendimientos del bloque de glaciar que está en la zona hasta sismos en cualquier parte del mundo. Con estos datos se puede estudiar la actividad de las placas tectónicas”.
Cabe destacar que, a diferencia del resto de las bases que funcionan en la Antártida, la base San Martín posee una estación terrena satelital que permite enviar telecomandos y recibir telemetría y datos de satélites en banda UHF. Por su ubicación, de alta latitud, se logra un contacto más frecuente con satélites polares en comparación con otras estaciones terrenas más cercanas al Ecuador.
Disfrutar del paisaje, una experiencia única
Al mes de la llegada de Ezequiel a la Antártida, el país se paralizó por la pandemia de coronavirus. No obstante, la adaptación de las cursadas en la Facultad de Ingeniería a la modalidad virtual le permitió avanzar en la carrera. En sus tiempos libres se dedicó a preparar y rendir algunas materias. Ahora solo le quedan cinco asignaturas para recibirse y espera hacerlo este año.
La base San Martín se encuentra en un islote rodeado de mar y de glaciar. Durante el invierno, el mar se congela y los habitantes temporales pueden caminar sobre el hielo. Para el joven, disfrutar de la naturaleza fue una de las mayores satisfacciones. “Salir a pasear, sacar fotos, tomar unos mates afuera, aprovechar al máximo el tiempo para uno mismo”, relató.
Para Ezequiel el rol de la ingeniería y la ciencia en la Antártida es fundamental. “Sin la ingeniería los equipos con los que los científicos toman las mediciones no existirían y no habría quienes se encarguen del mantenimiento. En tanto, la ciencia es un pilar esencial de la sociedad. Nos permite entender mejor el vínculo entre el mundo y nosotros”, concluyó.
Cabe mencionar que, en marzo de cada año, el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto abre la convocatoria en su página web para quienes quieran participar de la Campaña Antártica del año siguiente.