Es cierto que el progresismo viene avanzando como un proceso natural en Latinoamérica. Pero siempre cada acción puede ser acompañada por una reacción. En este juego de poderes nadie está dispuesto a ceder terreno y los sectores reaccionarios mutan constantemente.
En este nuevo contexto internacional los golpes de Estado no son como otrora con los tanques en las calles. Paraguay y, en su momento, Honduras nos demuestran nuevas metodologías.
Las alianzas de los sectores conservadores han ideado otra forma de instaurar el poder que los votos no le dieron, cuidando en un mundo globalizado la imagen que se pretende instalar. Desde ese punto de vista podemos argumentar que lo acontecido en Paraguay es legal pero como la construcción política de un país trasciende más allá del ámbito de la justicia tenemos la obligación de hacer valer el voto de los ciudadanos.
De no ser así, incurriríamos en una falta grave, en un atentado al pueblo guaraní. Desde ahí es que como medio popular cuestionamos la legitimidad de los acontecido en menos de 24 horas en Paraguay y desde nuestra humilde opinión esta es una luz de alerta de gravísimas consecuencias a futuro si las jóvenes democracias latinoamericanas no toman a este antecedente como un quiebre que puede cambiar la historia de la oxigenación democrática de nuestros pueblos.
Es fundamental que se escuche la voz del pueblo o sea el voto. Toda actitud o acto político que se enmarque al contrario de la voluntad popular podrá ser legal pero no legítimo.
Así pensamos los que hacemos FM Gonnet