Por Alcides Francisco Aguirre
Secretario
Teletrabajo & Sociedad, cátedra libre UNLP
Según la clásica definición de Wikipedia decimos de internet: “que es un conjunto descentralizado de redes de comunicación interconectadas que utilizan la familia de protocolos TCP/IP, lo cual garantiza que las redes físicas heterogéneas que la componen funcionen como una red lógica única, de alcance mundial. Sus orígenes se remontan a 1969, cuando se estableció la primera conexión de computadoras, conocida como Arpanet, entre tres universidades en California y una en Utah, Estados Unidos.”
En noviembre de 2005, con motivo de la celebración de la II Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información realizada en Túnez, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) invitó a todos los países del mundo a tomar el 17 de Mayo como Día Mundial del Internet.
Internet ha influido en el modo en que viven todas las personas que están en este mundo, directa o indirectamente, conozcan del tema o no. Ello se debe a que este sistema de redes globales de comunicación ha transformado el sistema de vida y de relación de las personas en todos los aspectos.
En la sociedad de la información en la que ya estamos viviendo el valor de cambio de los productos no se determina más por la cantidad de trabajo social general que estos contienen, pero sì por el contenido del conocimiento información y la inteligencia colectiva aplicada. El mundo de las finanzas y negocios se ha visto notoriamente influenciado por el internet con la creación de negocios y empresas globales.
En la actualidad el servicio de home-banking permite una variedad enorme de operaciones financieras para sus usuarios. Desde el punto de vista tecnológico nada impide que nos compremos una heladera por celular. Desde el punto de vista administrativo-legal faltan aún pasos por andar.
Las administraciones gubernamentales mejoraron notablemente sus servicios para los ciudadanos mediante la gestión de trámites y comunicaciones por medio de herramientas del entorno del gobierno electrónico o “e-gov”.
El mundo de la investigación y el conocimiento se fortaleció mediante la aplicación de herramientas “e-learning” que son plataformas para estudiar, evaluar e interactuar entre alumnos, profesores e investigadores. También como usuarios percibimos en internet una especie de autoaprendizaje donde en determinados momentos debemos aprender por nosotros mismos como realizar una tarea siguiendo instrucciones intuitivas que nos van guiando.
En estos últimos años de uso activo de internet hemos visto que como sociedad vamos avanzando desde el paradigama de la competencia hacia el paradigama de la cooperación. Del aprendizaje unilateral hacia el aprendizaje multidisiplinario y colectivo. Esto promueve nuevas miradas sobre un mismo tema y en algunos casos alcanzando nuevas resignificaciones a nuestro objeto de estudio.
El uso pleno de internet ha creado también nuevos puestos laborales no conocidos hace una década como ser:
“webmasters”
“community managers” o gestores de redes sociales
Operadores de call-centers
Tutores virtuales
Diseñadores multimediales
Otros similares
Internet ha permitido por primera vez en la historia de la humanidad que el trabajador/ra trabajen sin estar en su lugar de trabajo por medio de la conexión de internet y el uso activo de dispositivos móviles como “notebooks” “tablets” y teléfonos inteligentes o “smart phones”. Esta modalidad es conocida como teletrabajo o “telework”. Se percibe a esto como una clara tendencia del entorno laboral.
En la sociedad actual cada vez son más los trámites, gestiones y aprendizajes que debemos hacer por medio de internet consecuentemente las personas que no puedan adaptarse a este nuevo paradigma estarán afectadas por la brecha digital definida ésta como la distancia que separa a las personas que pueden acceder a las TIC de las que no lo pueden. Por lo tanto como sociedad, gobernantes, instituciones académicas, organizaciones de la sociedad civil y los ciudadanos debemos esforzarnos para que la brecha digital esté reducida a su mínima expresión. En este marco se percibe entonces que las competencias digitales son habilidades para el siglo XXI que deberían ser adquiridas por todos los ciudadanos a fin de garantizar su participación activa en la sociedad y la economía.
La apropiación de estas tecnologías por parte de los ciudadanos debe ser una responsabilidad de gobiernos, empresas, organizaciones sociales y ciudadanos.
